7 de septiembre de 2015

Mentes Brillantes: Fritz Haber

Fritz Haber nace en Alemania el 9 de diciembre de 1868. De origen judío, en sus años jóvenes se convierte al protestantismo y, por razones creo obvias para la época, intentó mantener siempre en secreto sus raíces judías. La historia y los aportes de Haber a la ciencia son tal vez lo más paradójico que encontraremos. Muchas veces escuchamos sobre como la ciencia, a pesar de tener las mejores intenciones, termina causando terribles males (Como el caso de Alfred Nobel y su invención de la dinamita, y también el descubrimiento de la teoría atómica). El caso de Haber nos sirve para recordarnos que la ciencia es neutral, no es buena ni mala, es sólo verdad, sólo una herramienta y su “bien” y “mal” dependen de la forma como la usemos.



 Fritz Haber fue, sin ninguna duda, una de las mentes más brillantes que han pisado esta Tierra, pero así mismo también es sin ninguna duda una de las personas más despiadadas y sádicas que han existido. Desde joven se interesó en la nueva área científica de la Física química, y sintiendo la necesidad de probar su valor a una patria que no quería para nada a los judíos, se intereso y baso todas sus investigaciones en el campo de la guerra, buscando la forma más eficiente, económica y rápida de asesinar al mayor número de personas en el menor tiempo posible.

 Durante su tiempo como profesor en la universidad de Karlsruhe (1894 a 1911), Haber dedicó sus investigaciones en la forma de hacer más eficiente la producción de bombas, municiones y armamento. Así descubre la manera de aislar el nitrógeno, y que al combinarlo con hidrogeno bajo ciertas condiciones esta combinación crea el amoniaco sintético (esto es conocido hasta hoy como el proceso Haber-Bosh, y aún se usa), pieza que sería clave para la producción armamentista de Alemania durante la Primera Guerra Mundial, ya que antes de esto se dependía del nitrógeno y amoniaco natural (normalmente importado de Suramérica) para producir armamento.

Gracias a Haber Alemania consigue ser autodependiente en esta área y pelear la guerra a pesar de los bloqueos de los Aliados. Aquí vale citar que para principios del siglo XX se temía una hambruna mundial. La forma de producción agrícola no estaba al día con la creciente población humana, ya que usaba formas de producción que hoy llamaríamos “orgánicas”, y por la falta de algún fertilizante eficiente la gran mayoría de las cosechas simplemente se perdían.

Y aquí es donde nace la primera paradoja de la vida de Haber: En su intento de crear mejores armas, Haber, sin darse cuenta creó la clave para los primeros fertilizantes eficientes, el amoniaco sintético. Y así este hombre cuya intención era la de matar el mayor número de personas posibles, lo que consigue es alimentar a toda la población mundial y salvar al mundo entero de la hambruna.

 Hasta el día de hoy la invención de Haber sigue alimentando a cerca de 2 mil millones de personas, un hecho realmente admirable por el cual tenemos que agradecer a un total desquiciado. (Si bien los fertilizantes basados en nitrógeno y amoniaco están en “entredicho” ahora por su sobreuso y los efectos contaminantes al medioambiente que esto causa, aún no se ha encontrado una alternativa viable).

 Luego de esto, y con la Primera Guerra Mundial ya en curso, Haber decida todos sus esfuerzos en crear la “Guerra Química” (que, paradójicamente, fue la guerra de unas de las más brillantes y educadas mentes, muchos de los involucrados en ella luego ganarían o serían nominados para premios Nobel, incluyendo a Haber. NOTA: Mejor dejar eso de la guerra a los idiotas, la gente brillante puede ser mucho más letal).

 Lastimosamente la brillantez de Haber nuevamente sobresalió, y tuvo un éxito total, creando unos gases basados en cloro y la forma de lanzarlos a las trincheras, y el 22 de Abril de 1915 él personalmente supervisa el primer ataque a larga escala con armas químicas de la historia, en Bélgica, resultando en la muerte y graves heridas de más de 10000 soldados aliados, quienes murieron de manera lenta, con fluidos llenándoles los pulmones impidiéndoles respirar.

Al volver a Alemania, orgulloso de su gran “logro”, Haber hace una fiesta, en la cual su esposa Clara Immerwhal, también una laureada científica, le reclama que ya no podía estar con él si seguiría usando su talento para tan horrendas causas. Haber al ver que su amor le dice esto recapacita, le pide perdón y jura que nunca más lo volverá a hacer… ESO ES LO QUE DEBIÓ HABER DICHO Y HECHO, PERO NO, ya establecimos que este señor era un desalmado, lo que en verdad le dice a su esposa es que se largue de la casa y que nunca más la quiere volver a ver. Clara deja la fiesta, va a su casa, y agobiada por la pena de haber convivido con un monstruo, se suicida de un disparo en el pecho.

Haber siendo el sádico que era, manda a recoger el cuerpo, y al día siguiente toma un tren para el frente ruso para supervisar otro ataque químico. Haber luego inventaría el gas mostaza, una versión aún más letal de un arma química. Luego de la guerra, en 1919, en una de las decisiones más polémicas de la historia, el premio Nobel le es otorgado a Haber por “Mejorar el bienestar de la humanidad gracias a su proceso Haber-Bosch”. (Lo cual, pues, es cierto, pero aún así… ) Haber pasó el resto de sus días intentando encontrar la manera de sacar oro del agua de mar por medio de la Química, esto con el fin de pagar la deuda de Alemania causada por la guerra perdida. Nunca tuvo éxito. Y cuando los Nazis llegan al poder, Haber ya no puede ocultar más sus orígenes judíos, y es forzado a exiliarse del país por el cual lo dio todo, y luego moriría en Suiza. Y en una paradoja final, uno de los inventos de Haber, el insecticida Zyklon A, uno de los pocos inventos que él hizo que no tenía ninguna intención de lastimar a nadie, fue tomado por los Nazis y “mejorado”, creando así el Zyklon B, que sería el gas usado en los campos de concentración para asesinar en masa a todos los judíos, varios de ellos familiares de Haber.

 Que la paradójica historia de Fritz Haber nos sirva para recordarnos que la ciencia es neutral, no es buena ni es mala, es la forma como la usemos lo que importa.